martes, 23 de octubre de 2007

Sergio Madrid



De El universo menos el sol, Ed La Linda Pelirroja, Valparaíso, 2000

El universo menos el sol

esta es la noche en casa, en el tedio del hogar

solo, fragmentado, haciendo un gesto raro

a la comunidad imaginaria, en fin, es la noche

rotulada la privacía, hora de reflexión o sueño

es la calle también, porque te asomas y continúas

hacia afuera como la noche, y no te sorprende ver

que no ves. Y es el árbol también. Es el universo

menos el sol. La intimidad apesta

allá lejos en el cerebro qué se esconde

en la forma del pez que se escurre de las manos

allá lejos en la cabeza qué pájaros

se derraman sobre el agua atormentada de los charcos

es la letra también, roedora del vacío

en la privacidad más enfermiza, agotada

de tanta noche, detrás de la ventana ideando

unas torpes palabras—


De Elegía para antes de levantarse, Ed. Gobierno Regional de Valparaíso, Valparaíso, 2003

En la tumba de Juan Luis Martínez

entre nosotros, poseedores de palabras

debemos distinguir entre la vida y sus significados

pues los últimos son pura ilusión —como sabemos

la rutina del bar y del trabajo, la complaciente

lectura dominical, revelan el universo

que las palabras desdicen —incluso los recuerdos

no aseguran en el alfabeto de la memoria

ninguna veracidad: transfiguración entre suceso y suceso

olvidos involuntarios, fragmentos, o simplemente

un ritmo de avanzada que la vanguardia obliga

¡qué decir entonces de un poema! Sé de alguno

que no escribió y lo hizo sin embargo de maravilla

con signos desencajados o anzuelos sin caña

¿pero nosotros —cuál es nuestra herencia?

¿y cuál nuestra dádiva? Si alcanza apenas

para el transporte diario y nos duele la precariedad

—¡nosotros, poseedores de palabras, vaya tumba

hallamos en los signos en la flor de la vida!—

nuestra realidad se redujo a unos cuántos pesos

a unas cuántas relaciones de amor falso o verdadero

y a un montón de amigos listos para saltar




La tecnología nos salvará de la naturaleza


me pregunto qué haremos los hombres

en miles de años cuando no nos quede más

que elevar un adiós total

al planeta asesinado por el Azar—

he de suponer un minuto de silencio

en una ceremonia que pudiera expandirse

hasta el centro mismo de la antimateria

me pregunto qué dirán los poetas

en miles de años cuando un tonelaje elegíaco

sobrevuele el horizonte. Tal vez para entonces

ya sin poetas habremos inventado la inmortalidad

y sólo dos Papas se la rivalicen

arrastrados por los hijos de Urizen

a través de la atmósfera agonizante

en la Máquina de la Salvación—

los escombros de Dios despoblarán el cielo

a él se elevarán los grandes logros tecnológicos

y protegerán a la especie. Y hoy

que parecemos tan tontos, tan imbéciles, por

decir lo menos, en miles de años tal vez

seamos inteligentes como platillos voladores

ascendiendo en el Este junto al último sol


Generación escindida

la historia se nos parece:

yo provengo de una época infeliz

de una época toscamente modulada

donde la muerte elegía

máscaras soberbias

la época tejió en la mente

una lejanía, poco profiere la historia

de ese tiempo cuyos relojes fueron

ideados en el club de la barbarie

y nos quedó el presente como un espacio

donde la libertad se desperfiló

en su lugar una tierra de oro falso

un jardín con abono de cadáver





De Cadáveres (Ediciones Cataclismo 2007)

Hoy al alba estaba yo despierto

yo que había observado las tonterías del sistema

sin conocer los otros fragmentos del mundo me persuadí

de que era prudente asumir una esperanza en el futuro

que asegurara la infelicidad del presente

a veces un nombre de mujer

traía más ríos que piedras

más estrellas que cielos

finalmente un nombre

no es más que un nombre

¡qué poca cosa las palabras!

y el tiempo, que no es condena

ni promesa, qué poco intenso

su transcurso

en el transcurso de estos años

las cosas tomaron un giro deleznable

ni el amor ni la fortuna, ni la moderada fama

que me confirieron, ni los sueños cumplidos

estuvieron a la altura de mis fracasos

y sin embargo no he fracasado

¿qué fantasma se me ha puesto

entre los ojos y el mundo?

Página del autor:

www.sergiomadrid.blogspot.com


*Sergio Madrid S. (Iquique, 1967) Poeta, estudió Castellano en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Ha obtenido la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (1988). Ha publicado colectivamente Retaguardia de la vanguardia, 1992; Los novios de Ariadna, 1993 y Melancoholía, 2003. De forma individual Voz de locura, 1988; El universo menos el sol, 2000, Elegía para antes de levantarse, 2003 y Cadáveres el 2007. Ejerce la docencia en el Instituto de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

1 comentario:

tocotuco dijo...

Fui a la inauguración de este libro Cadáveres, en el salón Rojo de la Happy Piedra.
Nunca había escuchado a Sergio cantar su poesía. Nunca habia escuchado poesía con las imagenes de La Sociedad del Espectáculo. Nunca había escuchado poesía con un copete en la mano, unos cables en los pies, a un cabezón pelucón a mi lado izquierdo, a un chico huapo a mi lado derecho y un pilar de madera en frente de mi.
MUy particular ocación.

Mi poema favorito de esa noche, fue el que Sergio le dedicó a su mujer. El más diferente, el más atrevido y suave con la palabra, el más arrojado en la vida de sus poemas.