De El universo menos el sol, Ed La Linda Pelirroja, Valparaíso, 2000
El universo menos el sol
esta es la noche en casa, en el tedio del hogar
solo, fragmentado, haciendo un gesto raro
a la comunidad imaginaria, en fin, es la noche
rotulada la privacía, hora de reflexión o sueño
es la calle también, porque te asomas y continúas
hacia afuera como la noche, y no te sorprende ver
que no ves. Y es el árbol también. Es el universo
menos el sol. La intimidad apesta
allá lejos en el cerebro qué se esconde
en la forma del pez que se escurre de las manos
allá lejos en la cabeza qué pájaros
se derraman sobre el agua atormentada de los charcos
es la letra también, roedora del vacío
en la privacidad más enfermiza, agotada
de tanta noche, detrás de la ventana ideando
unas torpes palabras—
De Elegía para antes de levantarse, Ed. Gobierno Regional de Valparaíso, Valparaíso, 2003
En la tumba de Juan Luis Martínez
entre nosotros, poseedores de palabras
debemos distinguir entre la vida y sus significados
pues los últimos son pura ilusión —como sabemos
la rutina del bar y del trabajo, la complaciente
lectura dominical, revelan el universo
que las palabras desdicen —incluso los recuerdos
no aseguran en el alfabeto de la memoria
ninguna veracidad: transfiguración entre suceso y suceso
olvidos involuntarios, fragmentos, o simplemente
un ritmo de avanzada que la vanguardia obliga
¡qué decir entonces de un poema! Sé de alguno
que no escribió y lo hizo sin embargo de maravilla
con signos desencajados o anzuelos sin caña
¿pero nosotros —cuál es nuestra herencia?
¿y cuál nuestra dádiva? Si alcanza apenas
para el transporte diario y nos duele la precariedad
—¡nosotros, poseedores de palabras, vaya tumba
hallamos en los signos en la flor de la vida!—
nuestra realidad se redujo a unos cuántos pesos
a unas cuántas relaciones de amor falso o verdadero
y a un montón de amigos listos para saltar
me pregunto qué haremos los hombres
en miles de años cuando no nos quede más
que elevar un adiós total
al planeta asesinado por el Azar—
he de suponer un minuto de silencio
en una ceremonia que pudiera expandirse
hasta el centro mismo de la antimateria
me pregunto qué dirán los poetas
en miles de años cuando un tonelaje elegíaco
sobrevuele el horizonte. Tal vez para entonces
ya sin poetas habremos inventado la inmortalidad
y sólo dos Papas se la rivalicen
arrastrados por los hijos de Urizen
a través de la atmósfera agonizante
en la Máquina de la Salvación—
los escombros de Dios despoblarán el cielo
a él se elevarán los grandes logros tecnológicos
y protegerán a la especie. Y hoy
que parecemos tan tontos, tan imbéciles, por
decir lo menos, en miles de años tal vez
seamos inteligentes como platillos voladores
ascendiendo en el Este junto al último sol
Generación escindida
la historia se nos parece:
yo provengo de una época infeliz
de una época toscamente modulada
donde la muerte elegía
máscaras soberbias
la época tejió en la mente
una lejanía, poco profiere la historia
de ese tiempo cuyos relojes fueron
ideados en el club de la barbarie
y nos quedó el presente como un espacio
donde la libertad se desperfiló
en su lugar una tierra de oro falso
un jardín con abono de cadáver
De Cadáveres (Ediciones Cataclismo 2007)
Hoy al alba estaba yo despierto
yo que había observado las tonterías del sistema
sin conocer los otros fragmentos del mundo me persuadí
de que era prudente asumir una esperanza en el futuro
que asegurara la infelicidad del presente
a veces un nombre de mujer
traía más ríos que piedras
más estrellas que cielos
finalmente un nombre
no es más que un nombre
¡qué poca cosa las palabras!
y el tiempo, que no es condena
ni promesa, qué poco intenso
su transcurso
en el transcurso de estos años
las cosas tomaron un giro deleznable
ni el amor ni la fortuna, ni la moderada fama
que me confirieron, ni los sueños cumplidos
estuvieron a la altura de mis fracasos
y sin embargo no he fracasado
¿qué fantasma se me ha puesto
entre los ojos y el mundo?
Página del autor:
*Sergio Madrid S. (Iquique, 1967) Poeta, estudió Castellano en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Ha obtenido la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (1988). Ha publicado colectivamente Retaguardia de la vanguardia, 1992; Los novios de Ariadna, 1993 y Melancoholía, 2003. De forma individual Voz de locura, 1988; El universo menos el sol, 2000, Elegía para antes de levantarse, 2003 y Cadáveres el 2007. Ejerce la docencia en el Instituto de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
1 comentario:
Fui a la inauguración de este libro Cadáveres, en el salón Rojo de la Happy Piedra.
Nunca había escuchado a Sergio cantar su poesía. Nunca habia escuchado poesía con las imagenes de La Sociedad del Espectáculo. Nunca había escuchado poesía con un copete en la mano, unos cables en los pies, a un cabezón pelucón a mi lado izquierdo, a un chico huapo a mi lado derecho y un pilar de madera en frente de mi.
MUy particular ocación.
Mi poema favorito de esa noche, fue el que Sergio le dedicó a su mujer. El más diferente, el más atrevido y suave con la palabra, el más arrojado en la vida de sus poemas.
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