El hambre que no se sacia
El hambre que no se sacia
es el hambre del conocimiento,
el apetito por ver más,
la dulce experiencia del azar
o la amarga despedida.
Se vuelven los pasos,
para inaugurar un punto de vista
y siempre cambia la atención.
Nunca nada es conocido.
La lluvia, evaporada
mientras un cordero
amamanta sus cachorros
en presencia de otros
cincuenta corderos
apilados en fila india.
Se estrangula mi conciencia
con un lenguaje extraviado,
pero no llega a decir el minuto,
la hoja verde,
el trozo de carne ahumado.
Alimapu
Nos deleitan los comercios eternos,
las plazas obsoletas, la pileta sin agua
y el tranvía alemán.
Nos avergüenzan las azoteas,
las escaleras que nos vieron
abanicar las diferencias
desarmados, sin pudor;
nos gastamos los talones,
empeines, y pantorrillas,
hurgando sin pedir permisos
perdiéndonos en desvaríos
intentando recuperar las danzas
de aquel adolescente fulgor.
No sabemos qué será de lo pasado
ni entendemos qué será el futuro.
La baldosa chueca de la calle
mira atenta al qué dirán.
Casa de techo alto.
Las maderas anudadas de los pisos,
se quejan con el frío subterráneo;
por cierto, convencidas
que con sus lastimeros guiños
se apiadarán del amanecer.
Cuántas mentiras a diario,
siguiendo el rito del alcohol,
cuánta desilusión ocurrente,
la velocidad del vínculo que se desata,
una vez que la palabra aleja su significado.
El aliento, vapor de madera,
un silencio frágil de escaleras sudadas,
una baranda al filo del abismo.
Mareándose,
con el tiempo obsoleto,
una astilla se desliza confidente,
rotando encima del musgo vital.
Todo hambriento,
el peinado dislocado de memoria,
la ruptura, ceder por el paso,
el cantar evolutivo
sin retroceso
de quien fuera árbol y testigo.
Hito cero
Bandurrias sobre ovejas
y aquí a mi lado, nadie
el silencio me obliga a oír.
Una cuchara de aluminio
vuelva a estallar tras la reja
se eleva un instante, se deja
caer, y por respuesta, la
balada suave y monótona.
Un ruido de madera transparente
anuncia el resto del camino
superado, un fin del inicio,
la estatua carcomida
por los segundos.
Una poza se alarga,
contenida en sí misma
por una solución sulfúrica
del mismo cielo.
Poco queda por esperar.
1998
Este mar que hoy me arroja al vacío
tiene su encrucijada llena de panteluces,
y briznas de gusanos idiotizan su voz.
Está tiznado de soles que no duermen,
y bautiza con sus lenguas solas
esas costillas de un sacrificio enlodado.
No perdona mis revueltas suicidas
ni respeta dichas
calles de la deshonra.
Como un vigilante atemporal
se desnuca y se desboca diariamente
tragando estos versos ponzoñosos.
7 comentarios:
genial este guate...felicidades
Si, es estupendo! Además conserva su cara de joven aventurero. Recuerdo haberlo conocido en el Bar Leo, con una copas de más, je je je.
Te saluda atte tu vieja amiga, Marcela.
Bar marisol, 11 de la noche recuerdo haberlo conocido,
un tipo exelente con una sensiblidad inconfundible..
mis mas sinceros agradecimientos
Rossamel Phico
Danny! Te ves muy guapo en esa fotografía. Aún recuerdo tu presentación en Playa Bar,u serena lectura cautivó mi atención por completo. No olvidaré esa noche, fue algo inolvidable.
Verónico Del Carmen Ruiseñor
Coihueco, Chile
Verónico, porfavor preséntame a este galán, ja ja ja. Saludos.
Edmundo Cepeda Forte
Cumpeo
Bellisimo, bellisimo poema para una bellisima mente.
Simplemente increible, con una profundidad envidiable " una cabra alimentando a sus cachorros"...
Un poema digno de un emperador en una industria metalera.
Sigue así compañero.
Tómate la leche angel mio, tómate la leche.
Como olvidar esa tarde en que mis orejas oyeron esa serena voz que me cautivo completamente, simplemente no se puede olvidar todos esos versos esconden una increible magia que solo captan algunos privilegiados. "El hambre que no se sacia
es el hambre del conocimiento" que hermosa frase que mente mas ingeniosa la tuya, me despido o sino temo que lloraré con el recuerdo.
Pd: recuerdo que mientras te daba propina nos miramos a los ojos por 5 segundos que parecieron eternos.
Se despide te admiradora secreta, Lola Merás
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